Catalina Estrada, ilustradora y artista colombiana afincada en Barcelona, ha diseñado para Cerabella una colección de velas íntima y personal, fiel reflejo de su trabajo e inspiración. Una belleza simétrica salvaje donde la naturaleza es la principal protagonista.
La colección está disponible en dos modelos, ambos con un rico lenguaje visual que transmite la fuerza y el poder de dos universos vivos distintos: las aves y los felinos.
Un resultado simétrico repleto de plumas, pájaros, plantas y mariposas conviven ilustrados en mágica armonía en el modelo Clavel Azteca. Este modelo se encuentra envuelto en una fragancia refrescante y exótica con una salida verde de bergamota que da paso a un corazón balsámico de elemí e incienso sobre una base suavemente amaderada de pachulí y cedro.
Por otro lado, nos encontramos con el poder de una mirada letal, la ferocidad de la caza o la naturaleza más salvaje ilustrando el modelo Sabana. El perfume escogido es una cálida fragancia amaderada de especias con ligeros acordes afrutados y una base dulce de ámbar, evocando un paisaje selvático donde una atmósfera libre y fresca lo envuelve todo con su manto verde.
Y es que a la hora de crear una colección como esta, se busca un detalle, un significado, una vivencia que se convierta en el centro de todo, en un universo del cual emergen las ideas, los bocetos y las ilustraciones. La naturaleza se convierte en este concepto creativo inmenso que lleva a la creación de esta colección tan auténtica y salvaje.
Catalina Estrada cita textualmente:
«Pájaros y felinos. Siempre han estado presentes. Pueden parecer contradictorios, lo sé. Unos, tan libres, tan livianos, tan móviles. Otros, tan grandes, tan pesados, tan fijos. Y, yo, sin embargo, tomo de los unos y tomo de los otros y siento que quizás, de ninguno pueda prescindir.
Las aves me conectan con el aire, con lo ligero. Con mi mundo de fantasías, en dónde no hay límites, ni fronteras. La facilidad que tienen de volar, de moverse de un lugar al otro, de migrar. Como yo.
Los felinos, que se mueven con cautela. Ellos, me conectan con la tierra. Con el aquí y el ahora. Con la posibilidad que tienen de tomarse el tiempo que necesitan, antes de actuar. Con la fuerza. La que hay en mí.
Y, entonces, colibríes y tigres, por igual, bailan en mis dibujos. Tienen protagonismo. Se visten de colores improbables, para ayudarme a transmitir la riqueza de mi alma. Todas esas cosas que, con frecuencia, guardo solo para mí.
Y los envuelvo en hojas, en flores. Para que no se me olvide regresar a mi centro. A ese verde que me conecta con la vida. Que me susurra que todo está bien.
Y, así, introduzco árboles y plantas, que me hablan de sabiduría, de paciencia, de templanza. Qué me llevan a mi centro para seguir creando, compartiendo, expresando.
Y voy tomando la inspiración y mezclo mis fantasías con la realidad y creo magia. Y logro que mundos distintos converjan.
Pájaros, felinos, plantas y flores. Siempre han estado presentes. Y, a través de ellos, yo también lo estoy.»
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